Me encantan los caminos. Esta fascinación se debe a que percibo los caminos como metáfora de la vida: el camino de único sentido.
Existen caminos que se bifurcan en senderos; que están cortados; que no llevan a buen puerto; que están poco o muy transitados; que llevan a un final feliz; los que se hacen al andar; o los que existen para las personas que amamos, buscamos y sabemos esperar.
Cuando recorro un camino siento que son mis pies los que me dirigen, sin que yo marque el destino. Me dejo llevar, sorprender; voy creando nuevas perspectivas que se encuadran en mi paisaje interior. Respiro la vida a cada paso que doy, con la certeza de que voy construyendo mi camino con las personas que me encuentro; con los obstáculos que debo sortear; con las luces y las sombras que se reflejan en mi espíritu; con el horizonte difuminado, acaso lejano...
San Sebastián 2018
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