lunes, 15 de julio de 2019

HASTA SIEMPRE

He escrito en esta bitácora, en varias ocasiones, aquello de que: "las olas van, las olas vienen: la vida continúa"; y así es.

Hace un mes falleció una compañera y amiga con quien trabajé en una biblioteca: Sinfo. Cuando alguien fallece no existen palabras que puedan mitigar el dolor que se siente ante la perdida de una persona a quien se aprecia. El día que me enteré de que Sinfo había abandonado esta vida terrenal -en la madrugada- hubo una frase que se repetía en mi mente, de forma recurrente: "la muerte no es el final." 

Al día siguiente, cuando estaba observando el vuelo de las palomas y los pajaritos sobre el cielo azul, en el ocaso, recordé los momentos de conversación y celebraciones con la familia de la biblioteca; y pensé, en que ya nada volverá a ser igual. En ese instante, las palabras que brotaron de mi corazón e inundaron mi pensamiento fueron estas: "vuela alto, querida amiga." Varios días después, escribí:




HASTA SIEMPRE
-En memoria de Sinfo Casero-


Vuela alto, querida amiga
vuela sin mirar atrás
en tu partida.

Que el Altísimo te acoja
con su abrazo de misericordia,
con el recuerdo entrañable
de tu paso por la vida.

Que en la vida eterna
te encuentre entre libros
y sonrisas,
entre los juegos
y las dichas.




Vuela alto, querida amiga


y llega hasta el infinito
para descansar tu alma,
aquietar tu mente,
sanar tu cuerpo.

Que las nubes te mezan
entre los colores del arcoíris
de las rosas y de las lilas
de los campos de amapolas
de los castaños y de las encinas
de los girasoles y de las espigas.


Vuela muy alto, querida amiga
porque el ocaso de la vida terrenal
no es final, ni termina en la despedida.

Para que tu esencia sea perenne
en aquella sala azul de encuentros
y en el espacio
que acaso fue un jardín zen.

Entre las frases dedicadas a la amistad
y los libros que buscaron una segunda vida
en el rincón del escritor habitual
y en aquellos lápices que se transformaron
en estanterías.

Con los colores que traían alegría
y colmaban de ilusión a los niños
que leían y jugaban
que aprendían y reían.











Vuela alto, Sinfo
aunque dejes huérfana
a esta pequeña familia (de la biblioteca).

Te añoraremos
pero te recordaremos
con una sonrisa,
porque, en cada libro
y en cada rincón
de este templo del saber
tu alma seguirá viva,
al igual que una caricia
de despedida,
como un temblor
que te llena de energía,
permanecerás con nosotros
a cada paso que demos
en esta vida.


Hasta siempre, querida amiga.



Almudena Torres C. de Pedro
Madrid, 14 de junio de 2019

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